domingo, 23 de julio de 2017

Fábula


Una vez fui gato. Recuerdo la noche en que, después de ronronear bajo tus sábanas, escapé de tus caricias y salí huyendo por la ventana. Me adentré en un callejón oscuro donde paraba una gata hechicera que me convirtió en sapo. Lo descubrí un día de lluvia al observarme en el reflejo de un charco de bourbon, aunque ese sonido gutural tan desagradable que emergía de mi existencia ya me hizo sospechar. Y recordé que todo sapo necesita una princesa que le bese para romper el hechizo, así que fui a buscarte, llamé a tu puerta, te puse ojos de cordero y prometí ser un perro fiel y dócil. Entonces me besaste y se produjo la transformación: saliste volando con tus alas de albatros.

jueves, 20 de julio de 2017

Perfidia

Le esperaba. Lleva todo el día rondándome con su timidez, aprovechando la más mínima ocasión para cruzarse conmigo, para tocarme. Finjo estar dormida mientras escucho como se desliza de forma sigilosa por la oscura habitación. Siento un sudor frío que refresca como un riachuelo cada una de mis vértebras. 

Él también está nervioso, indeciso. Roza la tersura de mis muslos a través de la sábana, luego mi vientre. Pero no se decide. Noto que se distancia de mí por un breve instante. 

Vuelve. Esta vez se acerca con todo su aplomo, seguro de sí mismo. Me acaricia el brazo. Se detiene. No puedo contenerme más. Abro los ojos, le miro fijamente, me abalanzo con el brazo que me queda libre hacia él.

No puedo evitar esbozar una pérfida sonrisa de satisfacción al ver cómo ha caído rendido a mis encantos. Una mujer sabe muy bien cómo debe usar sus armas. Sobre todo el matamoscas.